Cuando me siento delante del ordenador para escribir esto han pasado ya muchas horas desde el accidente... desde el maldito accidente.
En este tiempo me han entrevistado para la televisión, me han pedido que escriba columnas de opinión en varios periódicos, me han llamado amigos y parientes para preguntarme… Y en este tiempo también he pasado por todo tipo de estados de ánimo. Angustia en un primer momento, incredulidad después, rabia, abatimiento, reflexión… huida.
Pero al final, como en todos los aspectos de la vida, no queda más remedio que encarar las situaciones. Y me siento para escribir esto después de leer no sé dónde, ya tengo la cabeza como un bombo, que Valentino Rossi ha escrito en su Twitter Il Sic per me era come un fratello minore, tanto duro in pista come dolce nella vita. Ancora non posso crederci, mi mancherà un sacco... Creo que no hace falta traducir nada, ¿no?
Iba a decir que me puedo hacer una idea de lo que Valentino está sintiendo en estos momentos, pero creo que no. ¡Qué cruel es el destino! Ha tenido que ser él, precisamente él, el que tuvo que impactar fatalmente contra su mejor amigo… ¡Cómo voy a saber cómo se siente Rossi en estos momentos! La muerte de Marco nos ha dejado a todos consternados, abatidos, paralizados, absortos… Caben muchos calificativos, pero creo que el que mejor describe lo que todos sentimos es: triste.
Las carreras son carreras, estúpida frase con la que pretendo explicar que lo que le ha pasado a Marco Simoncelli en Sepang hoy, como lo que le pasó hace poco más de doce meses a Shoya Tomizawa en Misano o a Daijiro Kato en 2003 en Suzuka, forma parte de este deporte tan bonito como es el motociclismo. Lo he escrito hoy en otra parte, pero lo voy a repetir aquí. Vemos tantas veces a los pilotos caerse a velocidades escalofriantes y levantarse como si nada de especial hubiese pasado, que nos olvidamos que son de carne y hueso. Porque es verdad que la seguridad tanto activa como pasiva ha avanzado enormemente en los últimos años, pero, no nos olvidemos, el factor seguridad total ni existe ni se alcanzará nunca; correr en moto no es una banalidad… El triste fallecimiento de Simoncelli nos lo ha recordado.
Por Marco poco podemos hacer ya salvo apoyar a su familia y amigos en el inmenso dolor y desolación que están sintiendo, y dar fe de la huella que dejó su corto paso por esta vida. Talentoso y esforzado piloto, su pasión se lo ha llevado antes de poder demostrar hasta dónde podía llegar. Niño grande, siempre sincero, los 24 años que ha estado por aquí en cambio sí que han sido suficientes para dejar marca indeleble de su lado humano.
Nosotros, la familia de la moto, la familia de Solo Moto, hemos querido rendir un homenaje a Marco. Lo hacemos con los medios que tenemos, es decir, haciendo el número especial en su honor que tienes en tus manos. La idea surgió el domingo sin tener que decirnos una sola palabra entre nosotros. En la redacción todo supimos qué teníamos que hacer… y todos los que hacemos Solo Moto, sin excepción, hemos puesto en esta revista que tienes en tus manos la misma pasión y determinación de la que Marco siempre hizo gala.
Va por ti, Marco Simoncelli.
Firmado: Redacción de Solo Moto